Mitología Cántabra: Entre Bosques Encantados y Leyendas de Cantabria
Por Miguel Tasgon, periodista especializado en mitos, misterios y leyendas
Cantabria, tierra de montañas majestuosas y costas escarpadas, guarda en su interior un riquísimo tesoro de mitología y leyendas que han perdurado a lo largo de los siglos. En esta región del norte de España, donde la naturaleza se mezcla con la historia y la fantasía, se encuentran historias que han cautivado a sus habitantes durante generaciones. En este artículo, exploraremos algunas de las más fascinantes leyendas cántabras y la mitología cántabra que las rodea.
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Cantabria, con sus exuberantes bosques y verdes extensiones, alberga un mundo de misterio y magia que se oculta entre la espesura de sus árboles. En particular, si te aventuras por la mágica zona de Camaleño, te verás inmerso en la intrigante historia de las tres familias de duendes que han hecho de esta región su hogar ancestral.
Trastolillo, Trenti, y Zahorí, nombres que resuenan en las conversaciones de los habitantes locales, son figuras legendarias que ocupan un lugar de honor en el rico folclore de Cantabria. Estos seres mitológicos, descritos como diminutas criaturas habitantes de los bosques, poseen habilidades mágicas y personalidades traviesas que despiertan la imaginación de quienes escuchan sus historias.
Las narraciones acerca de los duendes de Cantabria están repletas de relatos sobre encuentros con seres humanos. Algunos de estos encuentros son gratamente recompensados por la bondad mostrada hacia los duendes, mientras que otros se ven castigados por su crueldad o falta de respeto hacia estos seres y su hogar natural. En esencia, los duendes cantabros se convierten en un símbolo de la conexión entre la humanidad y la naturaleza.
A continuación, desvelaremos los secretos de estas enigmáticas criaturas:
Duende Trastolillo (o Trasgu)
Este es el duende más célebre de las tres familias y su nombre a menudo se asocia con el apodo «Trasgu«. Trastolillo, aunque travieso por naturaleza, es conocido por su corazón bondadoso y su amor por las travesuras y las risas. Si te aventuras a buscarlo, te enfrentarás al desafío de encontrar a un ser diminuto, con piel negra, ojos centelleantes de verde y cabello largo.
Este pequeño duendecillo luce unos orejas largas, unos cuernos diminutos que apenas se ven y viste una túnica roja confeccionada a partir de la corteza de un árbol.
Duende Trenti
Trenti, en cambio, es el espíritu más rebelde de las tres familias, preferentemente habitante de los campos y bosques. Su apariencia guarda similitudes notables con Trastolillo, y comparte con él la devoción por el maíz con leche. Sin embargo, ten cuidado, darle agua a este duende resulta en su desaparición inmediata.
Duende Zahorí
Zahorí, en una forma similar a los Reyes Magos, se presenta solamente a aquellos que han demostrado bondad en sus corazones. A diferencia de los Reyes Magos, Zahorí no trae regalos, sino que se convierte en un aliado en la búsqueda de objetos valiosos que se han perdido, siempre y cuando la invocación sea correcta. Su característica distintiva incluye una larga nariz y una velocidad impresionante que lo hace inconfundible.
Las leyendas de estos tres duendes de Cantabria encarnan la relación única entre la humanidad y la naturaleza en esta región. A medida que exploramos estas historias, es imposible no sentir la magia y el asombro que aún viven en los bosques y colinas de Cantabria, recordándonos que en medio de la vida moderna, la fantasía y la conexión con la naturaleza aún perduran en las historias que pasan de generación en generación.
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Los Caballucos del Diablo (Seres de la Mitología Cántabra y de las Leyendas de Cantabria)
Los Aterradores Caballucos del Diablo: Guardianes de la Noche Cantabra
Los misterios de Cantabria no dejan de sorprendernos, y uno de los enigmas más oscuros de esta región es el de los Caballucos del Diablo. Estas enormes libélulas, conocidas por su apetito insaciable por los cultivos, emergen de las sombras, en especial durante los cálidos días de verano, desatando el terror en la población local.
Siete son estos seres voladores, siempre en formación, y son montados por demonios que arrojan fuego por sus bocas. Esto explica la curiosa tradición de subir a las montañas de Cantabria en la mañana de San Juan en busca de un trébol de cuatro hojas, un amuleto que no solo protege los cultivos de estas criaturas malévolas, sino que también se dice que ahuyenta dolores, hambre y tristezas.
Origen de los caballucos del Diablo
Las raíces de esta leyenda se hunden en los rituales celtas de celebración del solsticio de verano, en honor al Yun, el padre de los dioses. Durante esta festividad ancestral, se practicaban cánticos y consagraciones con muérdago y verbena.
Los Caballucos, nacidos en la Noche de San Juan, parecen tener una relación intrincada con las hogueras que perpetúan la tradición purificadora y propiciatoria. Según la leyenda, estos seres no pueden acercarse a las hogueras debido a que representan un fuego sagrado diferente al infernal. Por lo tanto, la gente se congrega alrededor de las llamas para bailar y cantar en una ceremonia que presenta similitudes notables con los caballos del Apocalipsis.
Localización:
Estos seres nefastos habitan en cuevas ocultas en toda Cantabria, esperando el solsticio de verano para emerger durante la noche de San Juan y llevar a cabo sus acciones malévolas en las montañas.
Descripción y Características:
Los Caballucos del Diablo son un grupo compuesto por siete individuos, cada uno de un color distinto: rojo, blanco, negro, azul, verde, amarillo y anaranjado. Su apariencia se asemeja a la de enormes libélulas, con alas largas y transparentes que les permiten un vuelo veloz durante las noches de San Juan cántabras. Estos seres son montados por demonios respectivos y siempre vuelan en una formación impenetrable.
Sus ojos resplandecen con el fuego rojo y emiten resoplidos que se asemejan a un vendaval, tan fuertes y gélidos como los vientos invernales que barren las hojas de los árboles y arbustos. Además, tienen la capacidad de lanzar llamaradas por la boca, dejando un rastro de insoportable olor a azufre. En sus patas, poseen espolones afilados que, al tocar la tierra, dejan huellas indelebles, incluso en las rocas.
Son seres malignos que, según las leyendas, se dedican a quemar y aplastar los cultivos de los montañeses, sumiendo a la región en la angustia y el temor.
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El hombre pez de Liérganes (Mitos y Mitología Cántabra)
El Enigma del Hombre Pez de Liérganes: Una Leyenda Cántabra
El Hombre Pez de Liérganes, cuyo nombre real era Francisco de la Vega Casar, es una figura legendaria que ha perdurado en la mitología de Cantabria a lo largo de los siglos, dejando tras de sí un enigma que aún intriga a quienes escuchan su historia.
La primera referencia documentada a esta enigmática figura se encuentra en la obra «Teatro Crítico Universal» del ilustre Fray Benito Jerónimo de Feijoo. Según la leyenda transmitida hasta nuestros días, a mediados del siglo XVII, en el pueblo cántabro de Liérganes, vivía un matrimonio conformado por Francisco de la Vega y María de Casar, quienes tenían cuatro hijos. El segundo de ellos, Francisco, se convertiría en el protagonista de esta enigmática historia.
En la víspera del día de San Juan en el año 1674, Francisco se aventuró a nadar en el río Miera en compañía de amigos. El joven, conocido por su destreza en la natación, se sumergió en el agua y nadó río abajo hasta desaparecer de la vista de sus compañeros. Horas después, al notar que no regresaba, comenzaron a preocuparse. Finalmente, asumiendo lo peor, lo dieron por ahogado.
Sin embargo, cinco años después, en 1679, mientras pescadores faenaban en la bahía de Cádiz, se toparon con una aparición desconcertante: un ser acuático con apariencia humana. Cada vez que intentaban acercarse, el misterioso ser desaparecía misteriosamente. Este extraño fenómeno se repitió durante varios días hasta que, finalmente, los pescadores lograron capturarlo, atrayéndolo con pedazos de pan y rodeándolo con sus redes.
Cuando lo llevaron a cubierta, se quedaron estupefactos al descubrir que este ser misterioso era un hombre joven y robusto, con tez pálida y cabello rojizo y ralo. Sin embargo, las características más notables eran unas cintas de escamas que descendían desde su garganta hasta su estómago, otra que cubría todo su espalda, y uñas desgastadas, como corroídas por el salitre.
Los pescadores llevaron a esta enigmática criatura al convento de San Francisco, donde intentaron conjurar cualquier espíritu maligno que pudiera habitar en él. Sin embargo, todos sus esfuerzos por comunicarse con el ser resultaron infructuosos hasta que, finalmente, pronunció una sola palabra: «Liérganes.»
La noticia de esta asombrosa aparición se propagó rápidamente por la bahía de Cádiz, desconcertando a todos. Fue un mozo cántabro que había emigrado a Cádiz quien finalmente proporcionó una pista crucial al revelar que en Cantabria había un pueblo llamado Liérganes. La afirmación fue confirmada por Domingo de la Cantolla, entonces secretario del Santo Oficio de la Inquisición, quien también provenía de Liérganes.
La noticia llegó a Liérganes, y una delegación partió hacia Cádiz para investigar si había ocurrido algo inusual en los últimos años. La respuesta desde Liérganes fue que solamente se había registrado la desaparición de Francisco de la Vega cinco años atrás. Entonces, un fraile del convento, Juan Rosendo, acompañó al misterioso hombre de vuelta a Liérganes para confirmar si realmente provenía de allí.
Cuando llegaron al monte conocido como Dehesa, a un cuarto de legua del pueblo, el religioso le ordenó al joven que avanzara por su cuenta. En un acto de asombrosa determinación, el acompañante silencioso se dirigió directamente a Liérganes, sin desviarse en absoluto. Al llegar al pueblo, se encaminó sin vacilación hacia la casa de María de Casar. Al verlo, ella lo reconoció como su hijo Francisco, y sus hermanos que se encontraban en la casa hicieron lo mismo.
De regreso en casa de su madre, Francisco vivió en silencio, mostrando desinterés por la mayoría de las cosas. Siempre iba descalzo, y si no le proporcionaban ropa, no se vestía, caminando desnudo con total indiferencia. Hablaba raramente y solo pronunciaba las palabras «tabaco«, «pan» y «vino» ocasionalmente, sin relación directa con el deseo de fumar o comer. Cuando comía, lo hacía con avidez, pero luego pasaba varios días sin probar bocado. Era dócil y servicial, cumpliendo tareas que se le encomendaban, pero nunca demostraba entusiasmo por nada. Después de nueve años en Liérganes, desapareció nuevamente en el mar, dejando tras de sí un misterio sin resolver que perdura hasta nuestros días.
Si estás en Liérganes te recomiendo estas visitas guiadas por este precioso pueblo cántabro.
Las Anjanas de Cantabria: Hadas Benevolentes (Mitología Cántabra y Leyendas de Cantabria)
Las Anjanas, cuyo nombre proviene del antiguo término que se utilizaba en la Edad Media para referirse a las hechiceras, son seres benevolentes en la rica mitología de Cantabria. También se les conoce como insanas, xanes, xinsanes e ijianas.[1] Estas criaturas feéricas representan el contrapunto a los crueles y despiadados ojáncanos y ojáncanas, siendo ampliamente consideradas como las hadas benevolentes de Cantabria, protectoras y generosas con sus habitantes.
Descripción
Las Anjanas son mujeres de rostro hermoso y figura atractiva, con una altura de aproximadamente medio metro. Sus cabellos son largos y finos, adornados con flores y lazos de seda en diversos colores, y llevan una cruz roja en la frente. Su vestimenta consiste en delicadas túnicas de seda blanca, cubiertas por una capa de esclavina azul que en invierno se torna negra.
Aunque algunos relatos difieren, generalmente calzan sandalias, aunque también se dice que pueden ir descalzas. Portan un báculo de mimbre coronado por una estrella con extraordinarias propiedades mágicas que les permite apaciguar a las bestias del campo con un simple toque; se afirma que este báculo es la herramienta que utilizan para llevar a cabo sus magias y curaciones milagrosas.
Además, transportan un pequeño frasco de elixir con el que sanan a los enfermos. Aunque esconden unas alas prácticamente imperceptibles y casi transparentes, estas les permiten volar.
Hábitat
Las Anjanas habitan en cuevas con suelos de oro y paredes de plata, donde acumulan riquezas destinadas a ayudar a quienes las necesiten.
Habilidades
Estos seres pueden vivir hasta 400 años y utilizan su báculo y el frasco de elixir para curar enfermedades. Además, tienen la capacidad de transformarse y volverse invisibles. Suelen brindar ayuda a aquellos que lo necesitan o lo solicitan, siempre y cuando consideren que la persona es merecedora de ello; en caso contrario, pueden impartir castigos.
Las Anjanas se destacan por su voz armoniosa e inolvidable, y tienen una fuerte inclinación por el canto y el baile. Protegen a los viajeros extraviados, cuya presencia perciben gracias a su intensa fragancia. Además, tienen la habilidad de entender el lenguaje de los animales y los protegen de los ojáncanos.
Se dice que si una Anjana se casa con un humano, perderá su belleza y juventud, transformándose en una anciana, un hecho inusual entre las hadas.
Origen
El origen de las Anjanas es un misterio; en algunas versiones son consideradas criaturas celestiales enviadas por Dios para llevar a cabo obras benéficas, y después de 400 años, regresan al cielo sin volver a la tierra. En otras versiones, son espíritus de los árboles encargados de cuidar los bosques.
Las leyendas sobre las Anjanas montañesas se concentran principalmente en la parte occidental de Cantabria, colindante con Asturias.
Comportamiento
Estas criaturas se alimentan de miel, fresas, almíbar y otros frutos proporcionados por el bosque. Durante el día, caminan por los senderos del bosque y descansan en las orillas de las fuentes, donde el agua parece cobrar vida a su paso. En estos lugares, mantienen conversaciones con las aguas, que brotan más alegres y cristalinas en su presencia.
Las Anjanas brindan ayuda a los viajeros perdidos, a los pastores, a los animales heridos y a los árboles dañados por las tormentas o los ojáncanos. En ocasiones, dejan regalos en las puertas de las casas de aquellos que han demostrado ser merecedores con sus buenas acciones, pero también pueden impartir castigos a quienes desobedecen sus advertencias.
Durante las noches, se les puede encontrar caminando por los pueblos, dejando obsequios en las puertas de las casas de personas virtuosas. Se dice que durante el equinoccio de primavera, se reúnen a la medianoche en Fuente Dé para compartir experiencias, fortalecer sus lazos fraternales,bailar tomadas de la mano y esparcir rosas. Se cree que aquel que encuentre una rosa con pétalos rojos, verdes, dorados o azules será bendecido con la felicidad hasta el día de su muerte.
La leyenda del Ojáncanu de la Cueva del Soplao (Leyendas y mitología Cántabra)
La Cueva del Soplao es una maravilla natural subterránea en Cantabria, y está rodeada por una intrigante leyenda. Se dice que en sus profundidades reside el Ojáncanu, un ser parecido a un cíclope que custodia innumerables riquezas. Aunque es amistoso con quienes respetan la cueva y su entorno, puede ser peligroso si se le provoca. Muchos han intentado robar sus tesoros, pero pocos han regresado para contar la historia.
El Ojáncanu de Cantabria: La Personificación del Mal
El Ojáncanu, figura de infortunio en la mitología de Cantabria, personifica el mal entre los cántabros y encarna la maldad, la crueldad y la brutalidad. Dotado de un carácter salvaje, feroz y vengativo, esta criatura mora en las profundas y sombrías grutas de los rincones más remotos de La Montaña, cuyas entradas suelen encontrarse cubiertas por maleza y grandes rocas. Los relatos más antiguos hablan del temor que infundía ver al Ojáncanu caminar sobre la nieve en las noches claras de enero, y la mitología recoge la creencia de que los desfiladeros y barrancos han sido modelados por estas míticas criaturas.
Este gigante antropomorfo posee un aspecto descomunal, con un solo ojo similar al de un cíclope, y su voz resuena grave y profunda como un trueno. Todo su colosal cuerpo está cubierto por un pelo áspero y rojizo, que se extiende desde su espesa melena hasta la barba, donde un único pelo blanco representa su punto vulnerable. Suele contar con diez dedos en cada mano y pie, además de dos hileras de dientes. La tradición sostiene que si se logra arrancarle el único ojo que adorna su frente después de cegarlo, el Ojáncanu perecerá.
Por otro lado, la tradición afirma que el Ojáncanu teme profundamente a los sapos voladores y las lechuzas. Se cree que si un sapo volador toca al Ojáncanu y este no logra obtener una hoja verde de avellano impregnada en sangre de raposo, morirá.
La dieta del Ojáncanu se compone de bellotas, hojas de acebo y animales, así como de mazorcas de maíz robadas. También se alimenta de murciélagos y aves, como las golondrinas, y tiene la costumbre de consumir los tallos de las moreras. No duda en hurtar truchas y anguilas a los pescadores.
Entre las maldades que se atribuyen al Ojáncanu en la mitología cántabra se encuentran la destrucción de árboles, la obstrucción de fuentes, el robo de ovejas, el secuestro de jóvenes pastoras, la demolición de puentes, la matanza de gallinas y vacas, la apertura de simas y barrancos, el arrastre de peñas hasta los pastizales y prados de montaña donde pasta el ganado, la ruptura de tejas, el hurto de imágenes en las iglesias y la provocación de deformidades en las vacas recién paridas. Es decir todo un «figura».
Además, se le atribuye la siembra de rencor, soberbia, envidia y hurto entre los habitantes locales. Para proteger a los recién nacidos de su rapto, se solía ungir con agua bendita.
Paralelamente, existen versiones que narran la existencia de Ojáncanos bondadosos, nacidos uno cada cien años, a los cuales se podía acariciar y que, en agradecimiento, advertían sobre la llegada de los Ojáncanos malignos.
Este monstruo se considera la figura más icónica de la mitología cántabra y ha inspirado incluso una canción en el programa infantil de TVE «Los Lunnis de Leyenda».
Si quieres visitar la Cueva de El Soplao para ver si te encuentras al Ojáncanu aquí tienes tres excursiones desde distingo pueblos de Cantabria.
Desde San Vicente de la Barquera
Desde Santander
Desde Torrelavega
Estas son solo algunas de las muchas leyendas y mitos que forman parte del rico patrimonio de Cantabria. A medida que exploramos estas historias, queda claro que esta región de España está impregnada de un profundo respeto por la naturaleza y una fuerte conexión con el pasado. La Mitología Cántabra y sus Leyendas siguen vivas en la mente de sus habitantes, recordándonos que, en un mundo cada vez más moderno, aún hay espacio para el asombro y la magia en las historias que se transmiten de generación en generación.
Espero que este artículo sobre los seres mitológicos y las leyendas de Cantabria hayan sido de tu agrado y recuerda que en Cantabria tenemos decenas de visitas y experiencias que deberías conocer, para ello haz clic en la imagen de debajo.
Miguel Tasgon periodista especializado en mitos, leyendas y misterios.
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¡Wow! Me encanta la mitología cántabra. ¿Alguien ha visto algún duende por ahí? 😜🧚♀️🍄 #LeyendasCantabria
¡Qué interesantes estas leyendas de Cantabria! Me encantaría visitar esos bosques encantados y descubrir a los seres de la mitología cántabra.